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Mujeres en directorios: una cuota de realismo

Fernanda Hurtado Gerente general de Fundación Generación Empresarial

Por: Fernanda Hurtado | Publicado: Viernes 23 de septiembre de 2022 a las 04:00 hrs.
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Fernanda Hurtado

El Gobierno anunció que enviará al Congreso un proyecto que establece que las sociedades anónimas abiertas y las especiales deberán tener una participación mínima de mujeres en sus directorios, obligatoria por ley. El proyecto busca que, a los tres años de entrada en vigencia de la ley, estas empresas tengan al menos un 20% de mujeres en los directorios y, en un plazo de seis años, un mínimo de 40%.

Es un hecho que la participación femenina en puestos de la alta dirección necesita un impulso decidido. Los actuales datos muestran que las directoras en empresas chilenas llegan al 12,7%, en cifras de 2021. La experiencia en Francia, Noruega, Islandia o Italia muestra cómo esos países avanzaron en esta línea, con medidas con un carácter impositivo.

“Si bien es necesario aportar diversidad para lograr gobiernos corporativos eficaces y alineados con los desafíos actuales, abordar este tema como un eje prioritario de política pública en estos momentos refleja cierta desconexión con los grandes problemas de crecimiento que estamos enfrentando”.


Si bien es necesario aportar diversidad para lograr gobiernos corporativos eficaces y alineados con los desafíos actuales, abordar este tema como un eje prioritario de política pública en estos momentos refleja cierta desconexión con los grandes problemas de crecimiento que estamos enfrentando.

Una de las prioridades debiera estar en la creación de incentivos para la generación de nuevos empleos. La tasa de ocupación se encuentra 3,6 puntos porcentuales por debajo de su nivel prepandemia, lo que implica que para cerrar la brecha hasta recuperar una tasa de ocupación de 58,6%, debieran crearse 582 mil nuevos empleos. De estos, unos 255 mil deberían ser para mujeres. Esta realidad solamente se agravará en los próximos meses cuando la caída en la actividad sea tangible y, en vez de recuperar terreno en materia laboral, retrocedamos.

Otro aspecto central es mejorar los niveles de competitividad que, para una economía pequeña y dependiente del resto del mundo, como la nuestra, es esencial. Lejos de acelerar la aprobación del TPP-11, de buscar mecanismos que puedan darles mayor flexibilidad a las empresas o de crear incentivos para la inversión privada en infraestructura pública, conectividad física y digital, estamos en plena discusión de una profunda reforma tributaria -la de mayor envergadura desde el regreso de la democracia-, y el Ejecutivo se empeña en anuncios que solo conllevan aumentos en los costos, como la reforma de pensiones y una eventual negociación ramal.

Podemos avanzar en múltiples planos. Pero el sentido de urgencia no puede estar puesto en materias que requerirán largos plazos para su implementación, pasando por alto aquellas que obstaculizan el progreso del sector privado.

Economías como Australia, Finlandia y Singapur han privilegiado cuotas de género recomendadas. Otras como Estados Unidos, Canadá y Hong Kong no tienen ni cuotas obligatorias ni recomendadas. Pero todas estas se preocuparon por poner foco en las más urgentes prioridades del desarrollo. Las economías a las que aspiramos imitar aplicaron una cuota de realismo, antes que una cuota de género, entendiendo que los avances tienen que ser graduales y progresivos, pero no por ello menos necesarios. Con eso lograremos una mayor participación de las mujeres no sólo a nivel de directorios, sino en todo el mercado laboral.

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